Fue el 14 de enero de 1882, hace 140 años, cuando nuestra hermana María Deraismes fue iniciada en la logia «Librepensadores» del Oriente del Pecq en presencia de numerosos dignatarios masónicos.

Qué mejor resumen de la vida de María Deraismes fueron estas palabras grabadas en la estela de granito erigida en su memoria en Pontease:

«Luchó incansablemente por el triunfo de la democracia republicana y liberal, y dedicó toda su vida a la defensa de los derechos oprimidos de las mujeres y los niños.”

Francia ignoró durante mucho tiempo los derechos de las mujeres, contentándose con una fachada de universalismo. La masonería de finales del siglo XIX, que quería ser la campeona de la República Universal, se había olvidado de la mitad de la humanidad. No fue hasta once años más tarde que la primera obediencia mixta, Le Droit Humain, fue creada por Maria Deraismes y Georges Martin.

Los fundadores de nuestra Orden, cuando asociaron a hombres y mujeres en esta aventura que es la Masonería, inscribieron claramente el DERECHO HUMANO en una preocupación de apertura y participación en el cambio del Mundo. Esto se especifica en el primer artículo de nuestra constitución internacional, que establece que nuestra Orden Masónica quiere que «todos los seres humanos del mundo puedan disfrutar de la justicia social por igual en una humanidad organizada en sociedades libres y fraternales».

 Ciento cuarenta años después de la iniciación de María Deraismes, el lugar de la mujer en la masonería y, más ampliamente, en la sociedad, ha progresado mucho, pero aún queda mucho por hacer. Recordemos siempre estas contundentes palabras de María Deraismes:

«El derecho de todos no puede sino oponerse a los privilegios; y abolir los privilegios es servir a la justicia, es moralizar, y, en consecuencia, progresar».

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