El reciente comunicado de la Alianza Masónica Europea sobre las limitaciones que se pretenden imponer en la política italiana y la situación de instabilidad por la que atraviesa nuestro país aconsejan una reflexión profunda.

La sociedad europea en general y española en particular parece caminar hacia una radicalización peligrosa en donde puede naufragar la construcción democrática basada en el respeto al distinto.

Vivimos un momento en el que triunfan los eslóganes sobre las ideas y que quien más grita parece poseer mayor razón. Al mismo tiempo, vivimos también la posibilidad cierta que quienes nos representan asuman el papel de creadores de espacios de convergencia en donde pueda seguir creciendo en tolerancia el edificio de la convivencia.

España, como Europa, precisa generosidad de pensamiento y profundizar en el diseño de una forma de convivir en la que nadie se sienta excluido. Para ello rogamos a nuestros representantes públicos que trabajen por la idea de bien común desde los principios de la ética.