La laicidad es uno de los principios esenciales sobre los que se asienta la Orden Masónica Mixta Internacional "El Derecho Humano" (OMMIDH). Su fundamento radica en la separación entre las creencias personales y el ejercicio de la vida pública, garantizando así un espacio de pensamiento libre donde cada individuo pueda desarrollarse sin imposiciones dogmáticas. La Orden, desde su creación, ha defendido que la igualdad y la fraternidad solo pueden alcanzarse plenamente en un entorno donde la libertad de conciencia sea respetada y protegida.
Este principio no implica un rechazo a la espiritualidad, sino una garantía de que ninguna religión o ideología particular pueda imponerse sobre el pensamiento colectivo. La laicidad fomenta la convivencia en sociedades diversas, permitiendo que personas de diferentes credos o sin creencias religiosas trabajen juntas por el progreso humano. En el seno de la OMMIDH, este ideal se traduce en la defensa del derecho de cada persona a buscar su propia verdad sin interferencias externas.
Desde sus orígenes, la masonería mixta ha luchado contra las estructuras de poder que han utilizado la religión para restringir derechos y libertades. La OMMIDH, inspirada en este legado, ha promovido activamente la laicidad como un principio esencial para la construcción de sociedades justas e igualitarias. En este sentido, ha abogado por la educación libre de dogmas, la autonomía del pensamiento crítico y la independencia de las instituciones frente a cualquier influencia religiosa.
En un mundo donde todavía existen intentos de imponer normas basadas en creencias particulares, la defensa de la laicidad sigue siendo una lucha vigente. La OMMIDH considera que la neutralidad del Estado en materia religiosa es una condición indispensable para garantizar los derechos humanos sin distinción de género, origen o condición social. Solo en un entorno laico pueden garantizarse plenamente la libertad de expresión, la igualdad ante la ley y la autodeterminación de los individuos.
La laicidad también es un pilar fundamental dentro de la Orden porque permite que la fraternidad entre sus miembros se base en valores universales y no en credos particulares. Esto ha permitido que la OMMIDH se expanda por más de 60 países, acogiendo a personas de diferentes tradiciones culturales y religiosas bajo un mismo ideal de igualdad y progreso. Así, la laicidad actúa como un principio de unión, asegurando que el respeto y la tolerancia sean la base del trabajo masónico.
En definitiva, la laicidad no solo es un principio fundacional de la OMMIDH, sino también una necesidad para la evolución de las sociedades hacia modelos más justos y equitativos. La Orden sigue comprometida con la defensa de este ideal, promoviendo el pensamiento crítico, la educación y la autonomía de cada individuo en la construcción de un mundo más libre y solidario.
