El 25 de noviembre de 1960 las hermanas Mirabal – Patria, Minerva y Maria Teresa -, también conocidas como “Las Mariposas”, fueron brutalmente asesinadas por su activismo político contra la dictadura del Generalísimo Trujillo, en República Dominicana.
Años después, en 1999, la ONU institucionalizaría esta fecha como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, para recordar al mundo que dicha violencia es sistémica, y se manifiesta de forma física, sexual o psicológica contra mujeres y niñas. La violencia que sufren las mujeres y las niñas es una de las violaciones de derechos humanos más extendidas, persistentes y devastadoras del mundo actual, sobre la que apenas se informa debido a la impunidad de la que disfrutan los perpetradores y el silencio, la estigmatización y la vergüenza que sufren las víctimas.
Cada año miles de mujeres son brutalmente asesinadas, golpeadas, violadas o prostituidas, acosadas, quemadas vivas o torturadas por el mero hecho de ser mujeres. Una violencia que parece inagotable y que alcanza a sus propios hijos, que quedan huérfanos o son también asesinados. En la mayor parte de los casos no hay denuncia previa. Ejemplos visibles más recientes, la situación de las mujeres en Irán o Afganistán, sin ir más lejos.
Este año en España se han contabilizado hasta la fecha 37 asesinatos machistas a los que hay que sumar siete menores asesinados por alguno de sus padres, mayoritariamente por el varón de la familia, dejando huérfanos a decenas de ellos. A nivel mundial la cifra de muertes por esta causa es espeluznante y muchos países rechazan contabilizar los crímenes.
Pero la violencia no queda ahí: la trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual; el matrimonio infantil, con su corolario de embarazos tempranos e indeseados, como el aislamiento social o interrupción de la escolarización; o la práctica de la mutilación genital vigente en muchos países, notablemente en África. Pero hay violencias novedosas que se han puesto de manifiesto durante y después de la Pandemia del Covid, como el ciberacoso, que han sufrido o del que han sido testigos un 85% de las mujeres del planeta. Violencia que siendo virtual no deja de ser real. Por otra parte, el libre acceso de menores a la pornografía desde edades tan tempranas como los 8 años, no deja de ser un coadyuvante a la extensión de la violencia sexual, ya que es lo que mayoritariamente se expresa en este tipo de espectáculos.
La Federación Española de la Orden Masónica Mixta Internacional El Derecho Humano, que hunde sus raíces y tiene como enseña la Igualdad y la Justicia Social, condena radicalmente estos hechos como una de las mayores lacras que sacuden al mundo y reclama más políticas públicas para su erradicación, incluyendo el control del acceso a la pornografía en el mundo virtual.
Es tan urgente terminar con el silencio que rodea a la violencia de género como educar a las nuevas generaciones en los principios de igualdad y respeto a las diferencias. Es urgente terminar con cualquier tipo de violencia en general y con la sexual en particular. La educación en igualdad y las políticas de prevención han de ser centrales en la agenda política de las instituciones. Ello exige adoptar medidas eficaces de protección e identificación de las víctimas y dedicar los recursos humanos y materiales necesarios. Es imprescindible una profunda concienciación social, una educación que transforme los parámetros de violencia en los que se mueve la sociedad patriarcal para sustituirlos por otros en los que igualdad sea sinónimo de convivencia en paz.