El 2 de diciembre, Día Internacional contra la esclavitud, la Federación Española de la Orden Masónica Mixta Internacional El Derecho Humano recuerda a los millones de seres humanos víctimas de la esclavitud moderna y condena expresamente esta terrible lacra que extiende sus tentáculos por los cinco continentes. Hablar hoy, en pleno siglo XXI, de esclavitud suena a cosa pasada, a algo añejo, incongruente, propio de otros tiempos en los que hablar de derechos humanos no estaba en boca de nadie, ni siquiera como definición.
Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Actualmente, y según cifras dadas por la OIT, más de cuarenta millones de personas viven bajo alguna de las formas de esclavitud moderna. De ellas, el 71 por ciento son mujeres y niñas, esto es, unos 30 millones.
Como antaño, las causas de la esclavitud son varias, pero todas confluyen en su objeto: la fragilidad del ser humano cuanto más baja es la escala que ocupa. No es de extrañar, pues, que el porcentaje de mujeres en situación de esclavitud supere al de los hombres. La libertad es la otra cara de la igualdad.
La esclavitud moderna abarca el trabajo forzoso impuesto tanto en el ámbito privado como en el estatal, la explotación sexual como el matrimonio forzoso (del total, un 88 % son mujeres y niñas de las que casi la mitad son menores de 15 años) y afecta tanto a mujeres como a hombres y niños. La coacción, las amenazas, la violencia son las armas utilizadas para ello.
Los procesos de globalización y la consiguiente descentralización hacen que una gran parte de los alimentos que consumimos o las ropas con que nos cubrimos tengan su origen en procesos de esclavitud. De cada 4 víctimas, una es menor. Baste este abanico de cifras para evidenciar el alcance de la esclavitud aún hoy día. Las guerras, la pobreza, la falta de desarrollo de los pueblos provocan una violación sistemática de los derechos humanos que tiene su corolario en la esclavitud.
Recogido como meta a alcanzar entre los Objetivos del Desarrollo Sostenible para 2030, es urgente movilizar todos los recursos y todas las medidas efectivas para terminar con esta lacra humanitaria que tanto sufrimiento provoca en las víctimas. Un problema global que exige una auténtica y profunda cooperación internacional que incluya acuerdos internaciones en materia de derechos laborales, penales y de gestión de la migración. Solo así podremos llegar a 2030 con los deberes hechos.
Luz Modroño
Maestra masona