En la clausura del Convento ordinario de nuestra Federación, que, con la elección del nuevo Consejo, abre el curso masónico 2022-2023, quisimos recordar a este hombre bueno, José Ángel de la Fuente Lozano, este Hermano grande que se fue cuando aún le quedaba tanto por hacer, tanto por enseñarnos. Una Ceremonia que unió a familiares y amigos con su familia masónica en un ambiente de intensa emoción.
Mientras los sonidos del arpa nos envolvían, las palabras sonaban dolientes y esperanzadas. “Te fuiste, ligero de equipaje, como los hijos de la mar”, dirá un hermano mientras poco después otro recordaba su sempiterna sonrisa y su profundo compromiso, su inagotable lealtad para con el DH. Y para con la vida. El viejo grito de la masonería cobraba fuerza en la voz y en los actos de nuestro hermano. La búsqueda de la Verdad fue su enseña. Del mediodía a la medianoche, José Ángel no dejó descansar nunca sus herramientas, consciente de que hacerlo sería retrasar los trabajos de construcción de un mundo mejor, más libre, más igualitario, más justo. Sus manos portaban la llama de la vida. Y a fe que su paso por este mundo consiguió aportar un grano de trigo o de granada capaz de multiplicarse y seguir propagando su voz, sus sueños, su esperanza. Porque no muere el que consagra su vida a la vida de los demás. No hay acto de amor más sublime y redentor.
Se ha roto un eslabón de nuestra cadena, pero su sombra imperecedera seguirá sobrevolando entre quienes tuvimos la dicha de conocerle. Y más allá.
Gimamos, pero esperamos en confianza y serenidad.
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